Un río de cabezas aplastados por el mismo pie

jueves, 19 de agosto de 2010

¿Descubrir? ¿Saber? ¿¿Aceptar?? O se han vuelto insensibles o yo estoy demasiado problematizada. Una lanza, sí, una lanza.. atravesando tu estrépito corazón. Clavada ahí, sangrándote el cuerpo. Y tus lágrimas se las absorbe el primer desconocido, porque ya no querés lástimar tu alrededor. Fuerza y más fuerza para no hablar, no llorar. Frente a sus caras. Sabiendo que no lastimás a quienes más te lastiman, quizás. Y late, late fuerte tu cerebro. Una bomba de tiempo. Tres, dos, uno... ¿Qué más?. ¿Quién más?. Que vos y tus ironías han de destrozar. Y es el momento, cuando querés borrar todo lo que has dicho y todo lo que ha pasado. Pero es tarde. Siempre es tarde, o casualidad. Cerrás todo con la llave que luego te tragás. Y pincha tus pulmones. Duele. Sangra. Sufre. No habla. Ríe, por no llorar. Por no gritar. Te. Pero de pronto, todo se va a ir de tus manos... Y el sol ya no querrá verte. Y tu propia voz como un eco en sus oídos va a agonizar. Y va a ser olvidada, por y para siempre. QUIZÁS.